sábado, 30 de marzo de 2024

¡ALAS PARA VOLAR!

¡ALAS PARA VOLAR!

 

 Antes que otra cosa suceda, permíteme presentarme, soy Pita, la semilla voladora, y te invito a conocer mi historia.

 

Seguramente has visto volar a las aves, surcar el cielo con sus alas, quizá te ha tocado verlas planear o, cuando has ido a la playa, tal vez has visto un gran pelícano levantar el vuelo o caer en picada sobre la superficie del mar para atrapar algún ingenuo pez que será su alimento de ese día. ¿Sí?

 

Pues verás, con las plantas sucede algo diferente, los vegetales carecemos de esa capacidad de locomoción propia de los animales, si acaso podemos sacudirnos por efecto de ciertas fuerzas externas, como el viento, por ejemplo, pero no pasamos de ahí, sin embargo……

 

Verás, yo soy Pita, una semilla en proceso de formación, hija de un frondoso Cedro Rojo que habita en las montañas del Líbano desde donde se puede ver allá en el fondo de la cañada, las turbulentas y frescas aguas del río Ibrahim.

 

Ahora, me encuentro muy feliz porque ya se acerca el tiempo de maduración, es entonces cuando las semillas tomamos, por decir de alguna manera, las riendas de nuestro destino, la gran mayoría de mis hermanas, se quedarán, muy cerca para seguir poblando el bello paisaje de El Líbano, pero yo, yo soy demasiado inquieta ¿sabes? Y por eso he decidido aprovechar las características que la sabia naturaleza me ha proporcionado. Verás, ciertamente, los vegetales no podemos movernos, pero, a ciertas especies, como la mía, nos ha conferido una característica única, que sólo tienen las aves, es decir, nos ha dotado de alas, ¡sí! ¡alas para volar! cuando llegamos a la etapa de semillas, por eso ahora, que estoy a punto de ser libre……

 

- Sí, ¡allá voy!

He decidido emprender una aventura, quiero descubrir nuevos horizontes, ¡siiiii!, dejarme llevar, ir a donde el viento sople, visualizar el mundo desde arriba, en busca de un lugar donde prender.

 

Fue así como atravesé medio Israel, volé sobre el río Jordán, me encantaron los tonos verdes y azules de la hermosa Galilea, pero nada, yo seguía volando.

 

Tuve suerte de no terminar aplastada bajo el zapato de algún granjero israelí.  Cuando me cansaba, tomaba un respiro para visualizar el paisaje desde otro ángulo, pero una vez que tomaba aire, seguía volando, siempre en busca de un mejor lugar para prender.

 

Hasta que llegué a Gaza, donde la tierra suele ser fértil por cercanía de la brisa del mar.

 

Ciertamente, actualmente Gaza está devastada por la guerra, pero a diferencia de los demás lugares que visualicé, ¡aquí encontré muchos niños!, y los niños siempre son muy amables con la naturaleza, por eso es aquí, en Gaza, donde decidí emprender una nueva vida. 

 

Y bien, estoy aquí,  y tengo la esperanza de que alguno de estos niños que encuentro a mi alrededor pueda adoptarme, regalarme un poquito de agua de vez en cuando, al menos hasta que yo pueda echar mis propias raíces y poder ser más independiente, por ahora, sólo puedo decir que hasta aquí me trajeron mis alas y que encontré en Gaza un buen lugar para prender. ¡yu hu!

 

 

MARIA MARTHA MORENO MARTINEZ

Acámbaro, Gto. 30 de marzo de 2024.

 

 

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