GOLONDRINA
UNA HISTORIA REAL
Golondrina vivía recorriendo las calles del barrio, husmeando en los botes de la basura, deambulando de un lado a otro. Pegándose a los transeúntes, que la miraban con indiferencia, para conseguir un mendrugo de pan.
Ya sus costillas se pegaban unas a otras, estaba lo que se dice, “en los puros huesos”.
Cierto día, cuando vio venir a un grupo de críos pensó, para sí, que era su oportunidad de comer algo, pues ellos venían disfrutando unas ¡ricas hamburguesas! Pero se equivocó, cuando se acercó a ellos con la esperanza de saciar su hambre, comenzaron a patearla uno tras otro, hasta que ya no pudo más y cayó al suelo aullando de dolor.
Fue entonces cuando la divisó un automovilista que viajaba en su camioneta, se compadeció de ella, la levantó y la llevó a un refugio canino que se encontraba no lejos de ahí.
En el refugio, curaron sus heridas, y le dieron de comer. En ese lugar, Golondrina era feliz, pues podía saciar su hambre, pero además encontró otros amiguitos con los cuales jugaba intensamente. Corría de un lado para otro, tratando de alcanzar el juguete que le lanzaba el guardia con la mano.
Ella llegó a pensar que aquella vida era lo máximo, si la comparaba con la que había llevado en las calles. Y hasta llegó a pensar que ése sería su hogar para siempre.
Pero no fue así.
Un buen día, se presentaron en el refugio Armando, con su hijita Grecia ambos estaban interesados en adoptar un nuevo miembro para su familia que hasta entonces estaba formada por ellos dos, Marcela, la mamá de Grecia y Ponkis, una perrita Pomerania.
Marcela era amante de los perros, en especial, de los desprotegidos, ya en una ocasión había rescatado a Sury, un French Pool negrito, de los arrabales de un humilde barrio de Celaya.
- Señor, le dijo la encargada del refugio. Pero Uds. ya tienen una mascota.
- Sí, pero queremos otra más.
- Bueno, sólo porque Ud. Dice, pero….
- Si sí, dijo Grecia, queremos otra mascota más.
- Bueno, y, ¿qué características buscan Uds. en una mascota canina?
- Pues, lo único que nos interesa es que sea “muy juguetona”.
- Verá, aquí la más juguetona de todos nuestros huéspedes es Golondrina.
- Ah, pues justamente es lo que buscamos.
- Pero señor, verá Ud. Golondrina es lo que se dice un animal de la calle, fue encontrada en la más triste situación, con mucha hambre, y muy golpeada.
- Mmmmm. ¿de qué raza es Golondrina?
- Ah señor, es una perrita de lo más corriente, es una perra de la calle. ¿no le estoy diciendo?
- Ah, ah, pues justamente es lo que estábamos buscando. ¡Nos la llevamos!
Y así fue como Golondrina pasó a formar parte de la familia Salgado-Estrada.
En cuanto llegó a su nuevo hogar, empezó a reconocer cada rincón de su nueva casa y sus amos le presentaron a Ponkis, que ya la estaba esperando. Pues su mamá le había dicho que pronto llegaría su hermana.
Ponkis y Golo, que ahora se llamaría así, para hacer más fácil nombrarla, rápidamente hicieron amistad y, tal como se los habían predicho en el asilo, empezaron a jugar con Grecia.
Golo era una perra negra y grande de tamaño, pero joven de edad, tenía tan solo un año, por lo que, al llegar a su nuevo hogar, comenzó a morder no sólo los muebles, sino hasta las escaleras, al grado de que cuando la familia se mudó de casa hubo necesidad de darle mantenimiento a la anterior, porque presentaba varios daños ocasionados por la inmadurez de Golo. Pero eso a sus dueños no les importaba. Golo ya estaba totalmente integrada a su nueva familia y todos sus integrantes aceptaban las consecuencias.
Golo era feliz, la sacaban a pasear todos los días junto con su hermana, jugaba y retozaba hasta caer rendida por las noches.
Nuevamente Golo pensó que así pasaría el resto de su vida, tal vez, imaginaba para sus adentros, hasta podría tener, la posibilidad de tener hijitos algún día. Golo era feliz en su nueva casa, donde todos la querían.
Pero no fue así. Un buen día Marcela llegó a casa con la noticia de que de su trabajo la enviaban a Francia.
- Ah, pues qué bueno para nosotros, pero ahora ¿qué haremos con Golo? preguntó
Armando. ¿la regresaremos al refugio?
- ¡De ninguna manera! ¿cómo la vamos a dejar si ya Golo es parte de nuestra familia? ¡Nos la llevamos! dijo Marcela.
Fue entonces cuando comenzaron a realizar todo tipo de trámites de lo más complicados para llevar consigo a sus mascotas. Por lo pronto, cada una de ellas iría en su propio contenedor. Ponkis por ser pequeña iría con ellos en el espacio de los pasajeros, pero Golo, que era una perra grande, iría como parte del equipaje. Por supuesto hubo necesidad de cubrir con el estándar de vacunas solicitadas por Francia, además de que había que comprar los boletos pertinentes para cada mascota.
Y así es como ahora Golo vive su nueva vida, disfrutando del muy cálido verano francés. Bañándose en las fuentes, diseñadas para mascotas que se encuentran dispersas en el parque a donde todos los días la llevan a pasear junto con sus hermanas y su papá.
Quién le hubiera dicho a Golo, aquel día nefasto que se derrumbó en el pavimento muriéndose de dolor, que su vida daría tantas vueltas, y que la llevaría incluso hasta el viejo continente donde ahora ¡vive feliz!
MARIA MARTHA MORENO MARTINEZ
Acámbaro, Gto. 2 de agosto de 2024
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