ALTARCITOS.
Hoy, se despertó guiada por un recuerdo de su infancia, y es que, ella no sólo fue educada en un colegio de religiosas franciscanas, sino que, se puede decir que buena parte de su vida infantil la pasó entre los patios, la capilla, y el refectorio, así como de las grandes y pobres recámaras que habitaban las internas, donde se apostaban a derecha e izquierda una serie de humildes catres. Así que ella compartía, lo que se dice, el pan y la sal con aquella comunidad de internas y religiosas seguidoras de San Francisco.
Pero lo que más recuerda de esa vida, son las actividades que se realizaban al interior de la capilla, dominada en el altar por una imagen de la Inmaculada Concepción. Estas actividades iban desde ofrecer flores, incienso, coronas y perfume durante todo el mes de mayo, hasta hacer la primera comunión, clausurar el ciclo escolar, pedir posadas caminando por los corredores, mientras se entonaba la letanía en un perfecto latín, hasta mirar tras la puerta a medio cerrar a las religiosas que rezaban el oficio después del rezo del rosario. Y, mientras tanto, las internas y ella, se retiraban a cenar los frijolitos que preparaban Lupe Paredes o Paz Rojas y que se compartían cada noche antes de ir a dormir. Era entonces cuando ella regresaba a su casa, que se podía decir estaba a unos cuantos pasos al mismo convento.
Así que la vida de la capilla de aquella comunidad, resultó para ella muy enriquecedora, al fin niña, tanto que, en casa trataba de imitar lo que veía en ella, así que cada vez que se celebraba una fiesta religiosa importante; la Santa Cruz, la Inmaculada Concepción, la virgen de Guadalupe, etc., ella ponía su altarcito e invitaba a sus papás y hermanos a cantar y rezar algunas oraciones para celebrar aquella festividad.
En su casa había una mesita que lo mismo se usaba para vender garbanzos o cacahuates cocidos en aquellas tardes lluviosas, que, para hacer el altarcito, el cual se adornaba con un blanco mantel, sus flores y alguna veladora, y desde luego, se colocaban sillas para cada uno de los asistentes al rezo, e incluso se llamaba a la oración con el glorioso sonido del cilindro de gas, que, al ser golpeado con el palo de la escoba, imitaba, casi a la perfección, a las mejores campanas de la región.
Hoy es 4 de julio, día en que se festeja a la reina de Acámbaro, me refiero a la Santísima Virgen Refugio de Pecadores, y ella, contagiada por aquel recuerdo que vino a su mente al despuntar el día, se levantó y se puso en acción de inmediato para poner su altarcito.
También, para rememorar aquella herencia que recibiera de su padre, cuando cada año, fuera con su familia a la misa de la novena, que por aquellos años era a las cinco de la mañana y por la tarde al rezo, inculcando así esta devoción por la Virgen del Refugio que sigue vigente hasta la fecha y que este año la experimentó con el rosario de aurora a las 5.15 am desde las diferentes capillas de la ciudad, hasta la parroquia y la celebración eucarística a las 6 am.
Pero, sobre todo, celebrando a la Santísima Virgen Refugio de Pecadores con la instalación en el patio de su casa, de su altarcito.
MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ
Acámbaro, Gto.
4 de julio de 2024
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