miércoles, 19 de junio de 2024

NUBE

 

NUBE

 

 

El primer encuentro con Nube tuvo lugar aquel emblemático 15 de septiembre de 1992, Luís, mi padre, quería una mascota, por lo que su hija Rebeca y su yerno Héctor, lo llevaron a la tienda donde podría escoger la que más le interesara.

 

Había muchas mascotas, de varios colores y de muchos tipos. Él las vio todas y ya al salir, sus familiares no lo veían convencido de su elección, así que le preguntaron:

 

- Don Luís, entonces ¿por cuál se decidió?

- No, pues ninguna de ésas me interesa.

- Entonces Don Luis, ¿no va a comprar ninguna?

- No, pues la única que me gustó, se quedó allá, adentro.

- ¿Cuál Don Luís?

-  Pues la blanca.

- Ah, dijo el dueño de la tienda, es que ésa es una mascota muy especial, de hecho, se puede decir que es la mascota “estrella” de nuestra tienda, nació apenas este año, 1992. Es de una especie muy sofisticada, y exclusiva.

- Ah, Don Luís, le dijo Héctor, nomás que ésa debe ser ¡muy cara!

- Pues si no es esa paloma, no quiero otra.

 

Así fue como mi padre se enamoró literalmente “a primera vista”, de aquel hermoso ejemplar. 

 

Sí, Nube era una paloma mensajera, que tenía la capacidad de volar en todo terreno y grandes distancias, era blanca como la nieve, de ahí el nombre con que mi padre la bautizó: “NUBE”.

 

Nube tenía unos hermosos y misteriosos ojos que le permitían ver profundamente todos los escenarios posibles, tenía, además, una hermosa línea aerodinámica, producto de una increíble combinación genética que le proporcionaban todas esas características, ¡tan, tan exclusivas! Era hermosa, tenía unas plumas aterciopeladas, que le daban ese ¡increíble! sentido de “abrigo”, cada vez que acariciabas sus alas. Era ¡tan acogedora!, que, si la tocabas, no querías alejarte de ella.

 

Así fue como Nube llegó a nuestra casa. Donde la cuidábamos muy bien, le dábamos de comer su alimento balanceado, especial para palomas de su especie, la bañábamos, cada vez que se requería para mantener sus alas deslumbrantes, como la espuma.

 

Pero, Nube era una paloma mensajera, y aunque la queríamos mucho y le procurábamos el mayor confort posible, ella quería volar, aunque ella sólo ha podido realizar dos vuelos largos, tal como verás.

 

El primero fue aquel 13 de Julio de 1999, cuando la programamos para realizar aquel ¡increíble! viaje de reconocimiento por la costa del Pacífico. Había tal conexión entre mi padre y Nube, que, sabía que lo que la paloma viera en su recorrido, él lo estaría viendo también. Y, de esa manera, Luis sació su espíritu viajero que siempre lo acompañó.

 

Fue hermoso ver todos aquellos ¡hermosísimos! paisajes de la costa occidental, aquella ¡increíble! combinación de azules, entre el cielo y el mar, por un lado, y por el otro, el extenso y escarpado paisaje de la Sierra Madre Occidental plagado de vegetación más bien desértica, donde el cedro Rojo de troncos dorados era el rey del contexto.

 

 Convivir con las tortugas en playa Maruata, o cruzar a vuelo rampante y descender a rapel por el cañón del Río Balsas fueron experiencias que nunca olvidaría mi padre, durante todo el tiempo que le quedó de vida.

 

Luego, Nube regresó a su casa y estuvo en ella la mayor parte de su vida, pero un día, Marcela, nieta de mi padre, se interesó en ella, y quiso llevarla a conocer otros mundos, fue así como conoció Querétaro, Marcela tuvo planes para hacer de ella una paloma de registro, de ésas, con pedigrí y toda la cosa. Así estuvo compartiendo una buena temporada en tierras queretanas. Pero ahora, Marcela ha cambiado de planes para su vida, lo cual nos traerá de retorno a Nube, a ésta su casa, a donde la esperamos con gusto de haberla recuperado y en espera de nuevos planes para descubrir con ella el mundo.

 

MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ

Acámbaro, Gto. 19 de Junio de 2024

 

 

 

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