martes, 6 de febrero de 2024

¡LA REINA MARGARITA DE DINAMARCA EN TZINTZUNTZAN!

¡LA REINA MARGARITA DE DINAMARCA EN TZINTZUNTZAN!

 

Hoy fue un día por demás ocupado, mi hermana, yo y hasta nuestro amigo César nos unimos a la tarea de buscar un tinaco, comprarlo, buscar un herrero y llevarlo   para que tomara las medidas de la base, eso nos llevó hasta cerca de las 2 de la tarde, para entonces ya estábamos hambrientos y nos encaminamos a la cocina económica del Pípila. Luego de disfrutar los deliciosos guisados que nos sirvieron, decidimos encaminar nuestra ruta hacia Tzintzuntzan, ello para rememorar a mi padre, que consideraba, anticipadamente, a este pueblo como “mágico”, mucho antes de que recibiera este título oficialmente. 

 

Tzintzuntzan es un pueblo mágico del Estado de Michoacán, situado en la rivera del lago de Pátzcuaro que fue sede del imperio purépecha, cuyos vestigios aun se pueden observar en las Yácatas, conjunto arquitectónico de forma circular, construido en el siglo XIII que operaba como su centro ceremonial.

 

Tzintzuntzan significa, lugar de colibríes y fue fundada por el primer rey purépecha, Tariácuri, allá por el año 1325. Es digno de destacarse el hecho de que el pueblo purépecha, fue el único que nunca fue conquistado por los mexicas, hasta el punto de frenar su avance para expandir su territorio en dicha región, estableciendo la primera frontera definida y controlada de todas las naciones de Mesoamérica, según reconoce la enciclopedia (es.wikipedia.org).

 

Como dije al principio, decidimos venir a Tzintzuntzan para rememorar a mi padre, ya que él, a pesar de no haber pisado nunca en su vida las aulas de una escuela, sabía apreciar el arte, principalmente, la arquitectura, tal es el caso del conjunto arquitectónico del atrio monumental de Tzintzuntzan integrado por: el templo de San Francisco  de estilo plateresco que fue finalizado en l601, el exconvento de Santa Ana del siglo XVI, y el templo de la Soledad, pues el día que lo llevamos por primera vez apenas hubo cruzado el umbral de su hermosísimo atrio exclamó con asombro.

 

- ¡Éstos son olivos!

- Sí papá y vinieron de España, los plantó Don Vasco de Quiroga.

- ¡increíble!

 

A partir de ese momento, mi padre se declaró ferviente admirador de Tata Vasco.

Y,  a medida que recorríamos el amplísimo y hermoso atrio, sembrado de olivos y cedros y nos adentrábamos en los templos, crecía su admiración por tan bello lugar. Pues mi padre solía reconocer el arduo trabajo de los indígenas que habían cargado sobre sus hombros, decía él, las pesadas piedras que luego formarían todas aquellas construcciones coloniales que ahora admiramos y que pueblan gran parte del territorio nacional, principalmente en el centro de la república.

 

Y ahora nosotros, con todos estos antecedentes llegamos a Tzintzuntzan a eso de las 3 de la tarde.

 

César, nuestro amigo no conocía el lugar, así que disfrutamos de compartirle todas aquellas historias. Empezamos por los olivos, que pueblan aquel hermoso atrio, y desde luego, la capilla abierta, aquel altar que se encuentra a la derecha del templo de San Francisco que rememora la labor de la evangelización de los indígenas que se resistían a permanecer en lugares cerrados.

 

Cuando ingresamos al templo de la Soledad fue fácil dejarnos envolver por esa atmósfera de antigüedad que se respira, percibida en sus tres retablos, su techo de teja en el exterior y tapizado de madera policromada en el interior, así como, por sus diversas imágenes de pasta de caña, que, por cierto, inspiran cierto temor, pero también por el olor a flores y a cera.

 

Y fue en esta capilla de la Soledad donde recibimos una bendición muy suigéneris ya que nos fue otorgada por un indígena del lugar, quien nos pidió que nos arrodilláramos en un gran reclinatorio, mientras él tomaba en su mano izquierda la corona del Cristo del Santo Sepulcro, la cual sostenía sobre cada una de nuestras cabezas, mientras que con su mano derecha tocaba, sin suspender, una campanita, mientras repetía, mentalmente una oración, luego nos pidió besar la corona. Este ritual debe haber durado de 3 a 5 minutos. La bendición terminó cuando nos ofreció un vasito con agua bendita para que la tomáramos, y debo decir que la disfrutamos intensamente porque estaba ¡muy fresca!

 

Al ingresar al convento leímos una placa de acero, en la que se lee que dicho convento data de 1523, ¡imagínate!, ¡tan sólo 2 años después de la conquista! Fue construido por la orden franciscana, con ayuda de los indígenas del lugar y cuya original construcción se hizo utilizando adobe y paja como materiales de construcción ¿Qué te parece? Y fue dedicado a Santa Ana.

 

Ya en el interior del convento, en uno de los muros descubrimos las imágenes, pintadas al fresco de San Pedro y San Pablo, patronos de la diócesis de Michoacán.

 

Visitamos también el refectorio donde aún se pueden observar 4 lavamanos que usaban los frailes antes tomar sus alimentos.

 

La cocina del convento está decorada con cerámica de barro y un fogón dispuesto al centro con todos los utensilios: el comal, la olla, el metate, bueno, tanto así, que era fácil imaginar las llamas en el fogón a punto de cocinar los alimentos. En este escenario, César quiso que le tomáramos una foto que luego compartió en su estado.

 

Y ya para finalizar nuestra visita fuimos al jardín exterior donde se encuentra una placa que reconoce los méritos de las personas e instituciones que contribuyeron a la reconstrucción de tan valioso legado, la cual se inició en 2003 y finalizó en 2013. Y fue al leer esta placa cuando no cabía en mi asombro: ¡La reina Margarita de Dinamarca en Tzintzuntzan! ¿qué relación pudo haber tenido la reina Margarita para haber contribuido a la restauración del convento de Santa Ana? Y bueno, para esto, sí que sirve la tecnología pues resulta que; en 1542 Jacobo Daciano, que a la sazón era príncipe de la Casa Real Danesa, renunció a su título nobiliario para unirse a la obra evangelizadora de los franciscanos en la Nueva España, y fue así como llegó a Tzintzuntzan y a partir de ahí se dedicó a fundar varias misiones evangelizadoras por toda la región. Su tumba se localiza en el Convento de Tarecuato, Mich.

 

Jacobo Daciano se convirtió en un defensor de los indígenas, llegando incluso a escribir el tratado “Declaración del pueblo bárbaro de los indios” donde defendía, entre otras cosas, el derecho de los indígenas a ser ordenados como sacerdotes, puesto que para entonces no se les permitía tal bendición.

 

Y por toda esta historia fue como en 2008, la reina Margarita de Dinamarca visitó este convento y se comprometió en su restauración.

 

Vaya pues mi reconocimiento para Dinamarca, y en especial para la reina Margarita que tan generosamente contribuyó a la restauración de esta bellísima obra de arte, me refiero al convento de Santa Ana de Tzintzuntzan y a donde me encantaría invitarte para que la disfrutes, antes de que vuelva a perder su encanto.

 

MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ.

Morelia, Mich. 6 de febrero de 2024.

 

Referencias:

 

·      https://www.gob.mx/sectur/articulos/tzintzuntzan-michoacan

·      https://es.wikipedia.org/wiki/Tzintzuntzan

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