miércoles, 17 de mayo de 2023

MI ATREVIMIENTO PAULINO



MI ATREVIMIENTO PAULINO.

 

Hablar de Saulo de Tarso, más aún, de San Pablo, lo considero casi casi un sacrilegio, o, al menos un atrevimiento del que definitivamente no soy digna y por supuesto, la persona menos indicada para ello, pero, debido a que soy muy imprudente, e irreverente, me atreveré a hablar, un poco, tan ¡sólo un poquito! de la lección que este gran personaje me ha dejado el día de hoy.

 

Yo sabía de Pablo, a través de las lecturas bíblicas que se hacen en la iglesia, pero, mi primer contacto, digamos “mundano” de él, lo obtuve a través de la versión de la escritora inglesa: Taylor Caldwel, ello porque allá cuando tenía unos15 años, vino a mis manos la novela denominada: “El gran León de Dios”, desde ese momento, se puede decir que prácticamente me enamoré de su personalidad, ya que esta escritora con gran acierto y sensibilidad exquisita, revela la controvertida historia de Saulo de Tarso, personaje que se ve asediado por toda una serie de controversias, desde su juventud en la que experimenta la pasión por el cumplimiento de la fe judía, al punto de convertirse en perseguidor armado de los primeros cristianos. 

 

En cuanto a sus referentes antropológicos, diré que Saulo nació ac 5-10 d de C. en la ciudad de Tarso, capital de Cilicia durante el imperio romano y, actualmente, perteneciente al país de Turquía, profesaba la doctrina judía y tenía la ciudadanía romana.

 

Pero, el siquiera intentar comprender la historia de Pablo sería por demás imposible sin tener en cuenta el momento paradigmático de su gloriosa conversión. Yendo ataviado como  gladiador romano, al mando de un ejército, y con la anuencia del sumo sacerdote, parte camino a Damasco con la plena convicción de combatir a los primeros cristianos. Las Escrituras, en el libro de Los Hechos de los Apóstoles dicen que fue entonces cuando cegado por una luz intensa, cayó del caballo, mientras escuchaba la voz: 

-       Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 

-       ¿Quién eres Señor? 

-       Yo soy Jesús a quien persigues. 

 

Desde ese momento, se reconoce que Saulo, se convierte al cristianismo. 

 

A partir de ese encuentro, su apasionada personalidad, su férrea convicción, su valor inquebrantable y su incuestionable fortaleza, cualidades todas ellas que tiene, Pablo, pasan a ser parte misma de la doctrina cristiana.  A partir de ese momento, se convierte en el más grande misionero que reconozca la historia del cristianismo universal, y se dedica a predicar la fe de Cristo por todo lo que fuera el imperio romano de su época.

 

Si queremos comprender un poco el alcance de su hazaña terrestre, bastaría tan sólo con echarle un pequeño vistazo al mapa de sus cuatro viajes, tratando de seguir: “Los pasos de San Pablo”. Si hacer un viaje en avión o en tren por Europa, actualmente ya resulta todo un reto, imaginemos, por un momento las dificultades que tuvo que enfrentar Pablo en todos estos viajes, en condiciones realmente precarias, transportándose solo a pie, quizá a lomo de caballo o en alguna rústica embarcación. Verdaderamente una grandísima hazaña.

 

Pero si lo que nos interesa es conocer y enriquecernos con sus enseñanzas, habrá que recurrir a la Biblia, ya sea en el capítulo de Los Hechos de los Apóstoles, pero, sobre todo, habremos de sorprendernos consultando sus gloriosas cartas a: los romanos, a los efesios, a los filipenses, a los gálatas, a los tesalonicenses a los corintios, a Timoteo, a Tito y a Filemón. 

 

Se podría decir que Pablo se convierte desde la época del nacimiento del cristianismo como el primer misionero que abraza una concepción incluyente del mundo, en la medida que, en sus diversas cartas, deja en claro que la doctrina cristiana acoge a todos los considerados “gentiles”, es decir no israelitas. Por lo tanto, reconoce que la doctrina cristiana es para todos, sin importar su origen, su credo o sus costumbres.

 

Bueno, pues ese Pablo del que he hablado anteriormente, hoy me ha dejado una lección que quiero plasmar a continuación. Pero antes de adentrarme en ella debo recordar que Pablo en su época, era el principal exponente de la fe cristiana en todo el imperio romano, también que su misión era difundir la fe cristiana, y por estos motivos era visto con admiración con unos, y con recelo y desconfianza por otros, ello le acarreaba desde luego, una serie de problemáticas que enfrentó a lo largo de toda su vida.

 

Como muestra de las dificultades que enfrentó, he de decir que en la lectura bíblica de hoy, tomada de Los Hechos de los Apóstoles (15 al 18), se cuenta la historia de que durante uno de sus viajes fue expulsado de Berea, una ciudad ubicada en el norte de la Grecia actual, y que sus seguidores, para protegerlo le brindaron ayuda para que escapara rumbo a Atenas al sur de Grecia. 

 

Se cuenta, además, que él haciendo un reconocimiento de la ciudad de Atenas empieza por dar un recorrido durante el cual observa la gran cantidad de ídolos o dioses que tenían, entonces, y, pensando en cómo llegar al corazón de estos atenienses se dirige al areópago, que era nada más, ni nada menos que el tribunal supremo de la antigua Atenas, el máximo foro de Grecia, y haciendo uso de la palabra, se dirigió a ellos con estas palabras: 

 

Atenienses: Por lo que veo, ustedes son en extremo religiosos. Al recorrer la ciudad y contemplar sus monumentos, encontré un altar con esta inscripción: 'Al Dios desconocido'. Pues bien, yo vengo a anunciarles a ese Dios que ustedes veneran sin conocerlo. Imaginemos el gran problema que enfrentaba al dirigirse a un pueblo pagano, adoradores de todo tipo de dioses esculpidos en piedra, y en metal, con formas humanas o animalescas.

 

Y es aquí donde yo encuentro una lección que quisiera humildemente compartirles, no bastando todas las cualidades, ya mencionadas, San Pablo en este pasaje hace gala de su gran capacidad de diplomacia. Lejos de molestarse por el paganismo que observa en los atenienses, se dirije a ellos, exsaltando su gran religiosidad, y una vez que ya los ha sensibilizado, expone el motivo de su presencia: darles a conocer a ése Dios que ustedes adoran sin conocerlo.

 

Para finalizar esta sencilla reflexión quisiera, expresar mi gran admiración por este gran apóstol de, pero más que nada, me gustaría comentar que necesitamos como cristianos o no cristianos, explorar más sus cartas, porque en ellas nos sorprenderá encontrar, si bien, al gran apostol y misionero que fue  Pablo, también, sus epístolas nos llevan a conocer al gran ser humano, que nos demuestra a cada paso que las enseñanzas de Cristo son para todos, porque todos somos hijos de Dios.

 

Y así, con esta lección de diplomacia que aprendí hoy de Pablo, me despido de Uds. no sin antes confesar nuevamente mi gran imprudencia al abordar este pequeño ensayo al que he denominado “mi atrevimiento paulino”.

 

Fuentes de consulta:

·      Los Hechos de los Apóstoles. La Biblia.

·      Caldwel, T. El gran León de Dios. 

·      Enciclopedia Wikipedia.

·      https://misionerosmaryknoll.org/2018/01/el-cambio-de-pablo-de-tarso/

 

MARIA MARTHA MORENO MARTÍNEZ

Acámbaro, Gto. 

17 de mayo de 2023.

 

 

  

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