jueves, 20 de marzo de 2025

ANASTASIA

ANASTASIA 

 

- ¡Anastasia, bájate de esa escalera niña!

- No pasa nada mami.

- Anda pues, luego no vengas conmigo llorando.

- No mami.

 

Así era Anastasia, a sus ocho años, le gustaba explorar los ambientes desconocidos, trepar a los árboles, averiguar como hacen sus madrigueras las hormigas, ponerse mascarillas de una pasta que preparaba mezclando a cantidades iguales lodo con estiércol de vaca para lucir una piel radiante, atrapar lagartijas y llevarlas a su recámara en una cajita, ensartar mayates en un hilo para luego correr al ritmo que ellos revoloteaban.

 

Su mamá siempre se preocupaba por Anastasia porque sabía de lo que era capaz, por eso siempre procuraba tenerla a la vista, hasta que un día, Anastasia, burlando la vigilancia de su madre, decidió salir al campo en busca de aventuras. Y, encontró un panal de abejas, les picó con un palo y fue entonces cuando las abejitas salieron despavoridas a encontrarse con Anastasia que las había violentado. 

 

¡Espantada! Anastasia corrió y alcanzó a llegar a su casa, pero ya para entonces había recibido varios piquetes, ella se quejaba del dolor de las picaduras y su madre se preocupó muchísimo cuando empezó a observar que Anastasia respiraba con dificultad. 

 

Inmediatamente llamó a la ambulancia, quienes acudieron de inmediato para auxiliar a Anastasia. Hubo necesidad de internarla en el hospital y aplicarle un suero antigénico. Fue ese día cuando Anastasia se enteró que era alérgica al veneno de las abejas. Ese día también aprendió que cuando su mami le decía ¡Anastasia, ten cuidado!, debía hacerle caso, poner atención, porque su mami tenía más experiencia y sabía lo que podía ser peligroso para ella. ¡Uf!, pero tuvo que estar a punto de perder la vida para aprender esta lección, que nunca más olvidaría.

 

MARIA MARTHA MORENO MARTINEZ

20 de marzo de 2025

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