sábado, 29 de marzo de 2025

AFICIÓN POR LA FOTOGRAFÍA

 

AFICIÓN POR LA FOTOGRAFÍA.

 

Corría el año 1968, tenía para entonces 13 años cuando un grupo de niños, trepados en la hermosa escultura pétrea que tenía la agencia Volkswagen en Acámbaro posaron para mi cámara, sí, una Scott SIX TWENTY. Aquella fue mi primera fotografía, digamos “profesional”.

 

Siempre me ha seducido el hecho de que,  una  fotografía, materialice para siempre, un instante mágico que jamás podrá repetirse. Y ésta, es quizá la razón por la que siempre me ha interesado la fotografía.

 

Después de esa Scott SIX TWENTY, mis amigos, los hermanos Espinosa, fueron quienes me iniciaron en el bello arte de la fotografía, primeramente, porque Andrés me vendió una cámara CANON Réflex AE-1 de 50 mm, y luego, J. Refugio me hizo llegar el manual: EL PLACER DE FOTOGRAFIAR, editado por Kodak, en el que me sumergía constantemente descubriendo no sólo las bellísimas fotos que presentaba, sino también donde estudiaba cómo podía hacer para lograr mejores fotografías. Aprendí a usar el obturador para determinar la velocidad de exposición, también a manejar la orientación e intensidad de la luz, la posición correcta del objetivo, la forma de manejar el movimiento, etc. 

 

Con esta cámara CANON viví algunas anécdotas que me gustaría compartirte a continuación: como fue el hecho de haberla paseado en un “diablito” por medio París, ya que pesaba ¡un buen!, incluyendo el museo del Louvre, de donde rápidamente un guardia, me abordó para indicarme que no podía acceder con ese objeto rodante, también con esa cámara me tomé una foto con la Torre Eiffel al fondo y que ahora luce en un espacio de mi recámara. Y, por si fuera poco, fue con mi diablito rodante que me perdí en una estación del metro de París a eso de las 9 de la noche, cuando, debido a un altercado que presencié, se me hizo fácil salir por otra puerta, y fue entonces cuando me fue imposible encontrar el camino de vuelta hasta mi hotel, fui a dar a un barrio de “mala muerte”, en el que abundaban hombres salidos de los más peligrosos establecimientos que jamás me hubiese imaginado. Y empecé pidiéndole a Dios que me iluminara para encontrar alguien a quien pedirle ayuda. Y debo decir que, sin duda escuchó mi súplica, porque, sin hablar ni media palabra de francés, uno de esos hombres me condujo hasta la misma puerta de mi hotel. ¡Uf! ¡Qué miedo! Pasé.

 

En cuanto al tipo de objetivos que me gustaba tomar, se encuentran, sin duda alguna, los árboles, en especial, las Jacarandas, de las que he tomado muchas fotos, sin haber conseguido, superar con ninguna de ellas, la visión misma de la realidad, además me gusta el mar, y desde luego, las personas.

 

Algo de lo mucho que disfrutaba usando mi cámara CANON, era el hecho de estudiar la fotografía que deseaba tomar, tratando de evitar al máximo el uso del disparo automático, por eso creo que tomé algunas buenas fotografías. Ahora, con el uso de las cámaras digitales, adaptadas a los teléfonos celulares, siento que se perdió ese encanto de la fotografía. Sin embargo, estas cámaras presentan algunas ventajas, como es el hecho de ser ultraligeras, en comparación con las cámaras analógicas, que son muy pesadas, también la mayor disponibilidad, ya que en cualquier momento puedes capturar un objetivo.

 

En Acámbaro, siempre había fotógrafos como el Sr. Osornio que paseaban por las calles con su cámara al hombro tratando de eternizar un instante mediante una foto “instantánea” de los niños despistados que jugaban con sus amiguitos en la banqueta, fue así como se captaron varias de las fotografías a blanco y negro que ahora se exponen en los diferentes rincones de mi casa, pero lo que hizo Dn. Raúl, eso fue otra cosa….

 

Hoy asistí a un homenaje que se brindara al fotógrafo acambarense Raúl Mendoza, quien fuera el primer fotógrafo que contó con un estudio profesional aquí en Acámbaro.

 

En el homenaje se presentaron dos videos, uno trataba el tema de su biografía, y el otro, destacaba las diferentes aportaciones que tuvo para con la sociedad acambarense, entre ellas, el de haber sido un hombre generoso, y uno de los fundadores del Club de Leones, así como su trayectoria en el campo de la fotografía.

 

En el homenaje estuvo presente su familia, así como las autoridades municipales, también se presentó una exposición con algunas de sus fotografías más emblemáticas, había fotos del Acámbaro antiguo, y algunos estudios de personas conocidas en la ciudad, así como, algunas de sus ¡increíbles cámaras!

 

Al término de la exposición, se ofrecieron unos excelentes y deliciosos canapés, así como unas ricas bebidas de horchata y jamaica, que los asistentes disfrutamos mucho.

 

El auditorio del museo Luís Mota Masiel, lucía lleno, y casi puedo asegurar que, todos los asistentes, incluyéndome a mí, más de alguna vez estuvimos sentados en su estudio para tomarnos una foto. Escuchábamos sus instrucciones de frente al gran soporte de madera de la cámara:

 

- No se mueva.

- incline un poco la cabeza hacia la derecha.

 

Y   de pronto, ¡flash!, aquella luz deslumbrante que nos cegaba por un momento. 

 

El homenaje que se hizo hoy a Dn. Raúl Mendoza, se vio enriquecido desde mi humilde persona, ya que siempre están en mi mente y en los diferentes espacios de mi casa algunas de sus fotografías estudio que hizo, primeramente, de la boda de mis padres, los bellos estudios de mis hermanas Bertha y Vero en alguno de sus infantiles cumpleaños, y desde luego, el que hizo de mi primera comunión. Todas estas fotografías que atesoro con tanto cariño, son para mí, la mejor forma de rendir un merecido homenaje al gran fotógrafo acambarense que fue Dn. Raúl Mendoza, de quien hoy estamos trayendo a la memoria personal y colectiva de la sociedad acambarense su herencia fotográfica.

 

Así pues, Dn. Raúl Mendoza, desde aquí te enviamos hasta el cielo un cordial saludo para agradecerte lo felices que nos haz hecho con las preciosas evidencias producto de tu profesión.

MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ

29 de marzo de 2025.

 

 

 

 

 

jueves, 20 de marzo de 2025

ANASTASIA

ANASTASIA 

 

- ¡Anastasia, bájate de esa escalera niña!

- No pasa nada mami.

- Anda pues, luego no vengas conmigo llorando.

- No mami.

 

Así era Anastasia, a sus ocho años, le gustaba explorar los ambientes desconocidos, trepar a los árboles, averiguar como hacen sus madrigueras las hormigas, ponerse mascarillas de una pasta que preparaba mezclando a cantidades iguales lodo con estiércol de vaca para lucir una piel radiante, atrapar lagartijas y llevarlas a su recámara en una cajita, ensartar mayates en un hilo para luego correr al ritmo que ellos revoloteaban.

 

Su mamá siempre se preocupaba por Anastasia porque sabía de lo que era capaz, por eso siempre procuraba tenerla a la vista, hasta que un día, Anastasia, burlando la vigilancia de su madre, decidió salir al campo en busca de aventuras. Y, encontró un panal de abejas, les picó con un palo y fue entonces cuando las abejitas salieron despavoridas a encontrarse con Anastasia que las había violentado. 

 

¡Espantada! Anastasia corrió y alcanzó a llegar a su casa, pero ya para entonces había recibido varios piquetes, ella se quejaba del dolor de las picaduras y su madre se preocupó muchísimo cuando empezó a observar que Anastasia respiraba con dificultad. 

 

Inmediatamente llamó a la ambulancia, quienes acudieron de inmediato para auxiliar a Anastasia. Hubo necesidad de internarla en el hospital y aplicarle un suero antigénico. Fue ese día cuando Anastasia se enteró que era alérgica al veneno de las abejas. Ese día también aprendió que cuando su mami le decía ¡Anastasia, ten cuidado!, debía hacerle caso, poner atención, porque su mami tenía más experiencia y sabía lo que podía ser peligroso para ella. ¡Uf!, pero tuvo que estar a punto de perder la vida para aprender esta lección, que nunca más olvidaría.

 

MARIA MARTHA MORENO MARTINEZ

20 de marzo de 2025

domingo, 9 de marzo de 2025

EL DIFÍCIL ARTE DE LLAMAR LA ATENCIÓN

 

EL DIFÍCIL ARTE DE LLAMAR LA ATENCIÓN

 

 

En alguna de sus homilías, que yo tanto valoraba, le escuché decir alguna vez al reverendo padre, Sergio Durán, que los hijos no necesitaban reconocer a sus padres como sus “amigos”. Lo que los hijos requieren es que se les fijen límites a sus conductas. ¡Claro!, advertía el padre Sergio, al principio protestarán, pero a la larga, eso les dará seguridad en sí mismos.

 

En mis casi 42 años de servicio docente, muchas veces tuve la necesidad de llamar la atención a mis alumnos, por lo que considero que ésta sea una de las más difíciles labores de un profesor, sobre todo, si los alumnos están pasando por su adolescencia, como fue mi caso, y si, además, en el contexto escolar, siempre era considerada como una profesora “exigente”, pues pensaba que, si yo me esforzaba por dar mi mejor esfuerzo, esperaba que ellos respondieran de la misma manera.

 

Tomaba ciertas medidas, por ejemplo, trataba de no descalificar completamente una tarea, pero sí señalar las áreas de oportunidad que la podían mejorar sustancialmente.

 

Y, cuando se trataba de expresar opiniones, los invitaba a enfrentarse al público y evitar el miedo al ridículo, pues les hacía saber que de los errores se aprende, y los animaba a que se expresaran, trataba de infundirles confianza en que, si era necesario, era mi obligación corregir algunos aspectos, pero que el error cometido les permitiría mejorar su propio aprendizaje.

 

Pero he de decir también que experimentaba la necesidad de ir adaptándome a las circunstancias, porque cada grupo tiene características propias. 

 

En fin, el método de “corrección” que utilizaba, funcionó muy bien a lo largo de unos 38 años, aproximadamente, pero, de hecho, se convirtió en una de las principales razones para justificar mi proceso de jubilación, ello porque, empecé a sufrir la sobreprotección, a mi juicio, desmedida que los padres les daban a sus hijos. Llegué a experimentar verdaderas escenas trágicas de padres de familia que buscaban a toda costa, elevar la calificación de sus hijos. Al respecto siempre me decía a mí misma: “si los padres de familia se dieran cuenta del daño que están haciendo a sus hijos, no lo harían”. ¡Claro, pensaba yo, porque el mensaje finalmente era: “tú no te preocupes, yo siempre estaré aquí para apoyarte” !, entonces el hijo, confiando en el mensaje de los padres, no se esforzaba. “Para qué, debían pensar ellos”, si mi mamá siempre me va a “defender”. Con estas actitudes, los jóvenes se convertían en seres incapaces de tomar decisiones propias, de aceptar errores, de corregir conductas, etc.

 

Fue entonces cuando esta situación se volvió intolerable, comencé a perder autoridad con los alumnos, ellos a rendir lo menos posible, los padres a ser más y más permisivos y las autoridades del plantel a desconocer mis argumentos y apoyar a los padres de familia. Fue entonces cuando me dije: “¡Hasta aquí!

 

Y, pasando a otra cosa, pero en relación al tema me gustaría comentarte que,  últimamente, he visitado un restaurant muy concurrido que tiene sucursales en varios estados de la república y al cual me encanta ir porque sirven un café espumoso que disfruto mucho, pero quizá otra de las razones que me lleva a visitar este lugar con cierta frecuencia sea el hecho de que en su pantalla publicitaria se describe, sin palabras, y únicamente con imágenes que despiertan todo tipo de emociones un mensaje que narra una experiencia de corrección. Que trataré de describir, si me lo permites.

 

Al respecto debo decir, que aplaudo la habilidad del fotógrafo, para filmar a la niña que protagoniza el mensaje quien debe tener escasamente un año. Está tan bien hecho, que el comercial se convierte, para mi gusto, en una verdadera obra de arte.

 

La historia inicia cuando la niña descubre de pronto el placer que experimenta con los colores. Y la mamá la motiva para dibujar sobre un pliego de papel, es entonces cuando la niña que se maravilla de ver lo que puede expresar con sus manos.

 

Pero, la niña entiende que, el papel le es insuficiente para expresar lo que ella quiere. Entonces, es el momento en que descubre el basto horizonte que le brinda la pared. Y cuando la mamá entra se queda ¡pasmada! al observar la “obra de arte” con que su hija ha decorado un muro de la casa.

 

Inmediatamente, la niña capta la sorpresa de la madre y toma conciencia de que lo que ha hecho no es de su agrado. Entonces, la niña se deprime y por más que sus papás le ofrecen otras alternativas, ella no logra superar su depresión y llora. Cuando los papás, desesperados por contentar a la niña, ya no saben qué hacer, llaman, como último recurso, al abuelo para que venga a consolarla. El abuelo acude de inmediato, y la niña lo recibe gustosa corriendo hacia sus brazos.

 

El abuelo lleva a la niña a comer al restaurant, del que les he hablado, la niña se saborea una dona que unta con mermelada, y la paladea ¡intensamente! En ese momento, la niña le extiende al abuelo su obra de arte, quien con lágrimas en los ojos la celebra con un cálido beso, mientras la niña le acaricia la cara y limpia sus lágrimas.

 

Finalmente, la niña experimenta que al fin su “obra de arte” es valorada y recupera así su confianza en ella misma expresándolo con una gran sonrisa.

 

Y ya para terminar, retomaré las palabras del padre Sergio Durán, pues considero que la mejor forma de llamar la atención a alguien, es establecer límites y procurar su cumplimiento, de esta forma, los educandos, efectivamente llegarán a la conclusión de discernir, entre el bien y el mal y se irán capacitando en la también difícil situación de tomar sus propias decisiones y en descubrir, por sí mismos, el gran reto de la libertad.


MARÍA MARTHA MORENO MARTINEZ

9 de marzo de 2025

 

 

 

 

ALGUNOS DETALLES DE LA PELICULA F1

                                    ALGUNOS DETALLES DE LA PELÍCULA F1.     Se podría decir que soy cinéfila desde hace varios años, pues di...