DOS GIGANTES DE LA DOCTRINA CRISTIANA.
Desde siempre, yo había escuchado en misa el evangelio según San Lucas, además de las diversas cartas de San Pablo a los habitantes de las diferentes regiones en las que predicó el evangelio de Jesús, pero no fue sino hasta que leí las novelas de Taylor Caldwell: “Saulo de Tarso” dedicado a San Pablo y “Médico de cuerpos y almas” a San Lucas, que pude acercarme más a la personalidad de estos dos gigantes de la doctrina cristiana, pues fue a través de la lectura de dichos libros como descubrí la estrecha relación que hubo entre ambos.
El 18 de octubre la iglesia católica festeja a San Lucas, eso lo aprendí cuando asistí a misa de ese día y el sacerdote abordó el tema.
Así, que lo que escribo hoy, deriva del aprendizaje que obtuve de la homilía que le escuché al sacerdote, además de algunos comentarios que me permito expresar.
San Lucas es uno de los cuatro evangelistas, y, según lo expuesto en la homilía, el único que habla sobre la niñez de Jesús y la vida de sus padres.
Del sacerdote también aprendí que San Lucas está considerado el evangelista de la Misericordia de Jesús, pues en su evangelio aborda tres parábolas que hablan de ello:
· La parábola del hijo pródigo.
· La pérdida de la dracma (moneda de plata de la antigua Grecia).
· La oveja perdida.
Este día también pude descubrir que San Lucas es, además, el autor del libro bíblico: “Los hechos de los apóstoles”. Donde narra la forma en la que los discípulos de Jesús enfrentaron la vida después de su muerte. Así como el hecho de que su evangelio estuvo dirigido principalmente a “los pecadores”, hecho que, desde mi punto de vista, lo hace muy conocedor de la debilidad del ser humano.
Si consideramos que el objetivo de los evangelios es que abordan el tema de la vida y obra de Cristo, resulta paradójico que San Lucas no lo haya conocido personalmente. Entonces, ¿cómo pudo escribir todo un evangelio para hablar de él?
San Lucas conoció a Jesús a través de San Pablo. Pero lo más increíble, es que, tampoco Pablo haya conocido personalmente a Jesús. Cabe preguntarnos entonces, ¿cómo hizo Pablo para trasmitirle todo ese conocimiento a Lucas? Pues resulta que Pablo conoció a Pedro, quien había sido uno de los apóstoles más cercanos a Jesús. Así que fue a través de Pedro, que Pablo se acercó a Jesús y, finalmente, por Pablo, San Lucas conoce a Jesús y, es así como se trasmite toda esta sabiduría que Lucas imprime a su evangelio.
En la primera lectura de la misa del 18 de octubre se leyó la segunda carta del apóstol San Pablo a Timoteo (uno de sus discípulos) (4, 9-17). Al respecto me gustaría expresar que la encuentro de lo más emotiva, ya que, al leerla, pude percibir la “humanidad” de Pablo, pues se refiere a que varios de sus discípulos se han ido, y que a Tiquico lo envió a Éfeso, Alejandro, el metalúrgico, lo ha tratado muy mal y sólo Lucas está con él. Pero, por si esto fuese poco, le pide a Timoteo que le traiga su abrigo que dejó en Troas, en la casa de Carpo, así como también sus libros.
Cuando se escucha o se lee a San Pablo, uno lo imagina como un ser con una gran sabiduría, y nada menos que elegido personalmente por Dios. En suma, casi casi un ser “sobrenatural”, pero si se lee esta segunda carta a Timoteo, nos damos cuenta que debajo de ese ser sobrenatural, siempre estuvo el hombre, el ser humano que experimentaba diversas emociones como cualquiera de nosotros: la soledad, la tristeza, la decepción y, el caso de que él, como nosotros, también echara en menos sus cosas, su abrigo, sus libros, etc. nos permite comprender que tanto él, como nosotros, también fue un ser humano.
Así pues, me permito cerrar este pequeño ensayo en el que me permití describir algunos de los rasgos de su personalidad, su humanidad, pero, sobre todo, de la gran sabiduría de estos dos gigantes de la doctrina cristiana; Pablo y Lucas.
MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ
Acámbaro, Gto. 25 de octubre de 2024