sábado, 13 de julio de 2024

EL PAN DE ACAMBARO

EL PAN DE ACÁMBARO.

 

Según cuentan los antepasados, hace muchos años, llegó a Acámbaro, desde el pueblo de Bocaneo, Mpio. De Zinapécuaro Mich. La herencia del pan grande que fue adoptada principalmente por los ferrocarrileros, que, al hacer largas jornadas de trabajo, miraban con agrado el hecho de traer una sola pieza de pan, en vez de varias pequeñas. 

 

Fue así como Acámbaro, fue adoptando la tradición del pan grande, la cual perdura hasta nuestros días. Pues es muy común que los autobuses, llenos de turistas, se estacionen para permitir a sus pasajeros llevar a sus hogares un rico pan grande de Acámbaro.

 

Pero, el pan de Acámbaro, ha trascendido no solamente los límites de la región, ya que actualmente se encuentran expendios en diferentes ciudades de los alrededores, sino que también es ampliamente conocido en otras ciudades del país, e incluso del extranjero.

 

Por otra parte, la tradición del buen pan en Acámbaro, ha ido evolucionando hasta convertirse actualmente en una fuente de trabajo muy importante para nuestra ciudad, pues muchos empleados, dan de comer a sus familias con el producto de su trabajo en las diversas panaderías de la ciudad, y es así como vemos que, han crecido sus negocios produciendo, ya no sólo el pan grande, sino pan de diferentes tamaños, así como una gran diversidad de características, y por supuesto, una gran cantidad de sabores, que dan placer hasta a los paladares más exigentes.

 

Actualmente vemos como las panaderías en Acámbaro están incursionando en la búsqueda de nuevas y diversas características organolépticas para sus productos, y por ello podemos encontrar, por ejemplo: panes de masa madre, o con diversos granos, están los integrales, los panes con diversos frutos secos, o frutos rojos,  también  los especiales para  banquetes, o los ¡riquísimos! bocadillos de todo tipo e incluso, en el terreno de la pastelería, y cómo olvidar los panes tradicionales, tales  como: el clásico bolillo, las conchitas,  el legendario pan de agua,  las ¡deliciosas! cemitas, o las rosquillas, que se envían con frecuencia a los Estados Unidos.

 

En la actualidad, se puede decir que cada panadería les ha imprimido a sus productos el “sello característico” de su casa, así que acudimos a cada una de ellas en busca de lo que es su especialidad.  Cuál la del pan grande, cuál la de las rosquillas, cuál la de los bocadillos de queso, o la del mejor bolillo, o la mejor telera, o el de masa madre, y qué decir de “el pan de muerto”, mmm ¡riquísimo!

 

También, en cuestión de dimensiones, se puede decir que en Acámbaro florecen, no sólo las grandes panaderías, incluso, las que podríamos considerar ya con una producción industrial, hasta las más pequeñas de cada barrio, pero que, sin duda, tienen gran éxito entre los habitantes de su región, por la calidad de los panes que producen.

 

Ahora que, en cuestión de técnicas, las panaderías de Acámbaro, van desde las que usan grandes maquinarias como las revolvedoras, hasta los hornos de electricidad o de gas, hasta las que se especializan en hacer su pan a la manera tradicional con el amasado a mano y la cocción en los hornos de leña.

 

Algunas panaderías se caracterizan por hacer poco pan por lo que, se podría decir que se “les vuela”, me refiero a que es tan bueno, que las personas que ya conocen la hora en la que sale su preferido, “hacen cola” para llevárselo a casa, porque de no ser así, en muy poco tiempo se acaba, y…. hasta mañana señores, a la misma hora.

 

Cada año se celebra el 4 de julio la festividad de Nuestra Señora, la Virgen del Refugio de Pecadores, a la que todos los panaderos de Acámbaro, han encomendado sus negocios, así que la virgencita del Refugio es su protectora, por lo que, si tú visitas cualquier panadería de la ciudad, no debe extrañarte que, al llegar, lo primero que visualices sea una imagen de nuestra querida patrona. 

 

Por la razón anterior, cada año, se celebra en Acámbaro la fiesta de “La Octava”, es decir, el día 11 de julio, todos los panaderos rinden tributo a su protectora organizando la fiesta de ese día y, entre las festividades que caracterizan a esta celebración se encuentra la ya tradicional “Lluvia del pan” que, desde hace 14 años, se celebra en nuestra ciudad. En esta festividad se dan cita todas las panaderías de la ciudad, y cada una de ellas, presenta su propia comparsa, tratando de agradar a los asistentes.

 

Este 11 de julio de 2024, la lluvia de pan estuvo de lo más lucida, tal como trataré de describir a continuación.

 

Primeramente, llamó mi atención la convivencia armónica entre las autoridades tanto civiles como religiosas, lo cual, desde mi punto de vista, logró imprimir a la festividad cierta sensación de tranquilidad. 

 

La procesión se inició en el tempo del Ecce Homo y fue encabezaba por el padre Fray Issac González Saldaña, párroco de la histórica ciudad de Acámbaro, quien gustosamente repartía saludos a su paso por la ciudad. Enseguida venía, la Santísima Virgen del Refugio que desfiló en su plataforma, rodeada por el conjunto de sus caballeros que la cargaron a lo largo del desfile y enseguida, no se hicieron esperar las diversas panaderías, cada una  presentaba su comparsa compuesta por su respectiva animación, ya fuera con música grabada o con su banda de viento, sus animadores, y porristas, algunas incluso presentaron bailadores, y desde luego, no podrían faltar las inolvidables mojigangas, que, desde mi muy particular punto de vista, dieron realce a la fiesta y nos permitieron asociarlas a la herencia de su creador, el Sr. Nicolás Juárez, quien fuera, entre otras muchas cosas,  el iniciador de esta tradición de las mojigangas en nuestra ciudad.

 

Después, cada panadería presentó todas sus camionetas, cargadas, “hasta los topes” con grandes cantidades de piezas de pan, todas debidamente embolsadas, las cuales eran lanzadas a la gran multitud de gente que se apostó a lo largo del recorrido, a la espera de cachar, las ricas piezas de pan.

 

Pero, indudablemente, lo que más llamó mi atención fue, sin duda, la actitud de las personas, quienes se dieron cita con toda su familia, y lo mismo reían, que cantaban y bailaban, al ritmo de la música que iba pasando, hasta los que brincaban y se lanzaban con toda su energía para atrapar una pieza de pan.

 

Y el momento más emocionante de la fiesta fue cuando comenzó a caer la lluvia, del cielo, que inició con unas cuantas gotas, y luego se vino una gran tormenta que bañó a todos los asistentes, tanto a los que lanzaban el pan como a los que lo atrapaban. Pero eso no fue motivo para que la gente se desanimara, la alegría del público seguía en aumento, y así, hasta que la procesión terminó.

 

Fue un gran día, una gran fiesta, de la cual todos los panaderos, deben sentirse muy orgullosos, por la bendición que recibieron al haber cumplido un año más con el compromiso de llevar un poco de alegría a los hogares de la muchedumbre que asistió, no sólo de Acámbaro, sino de otras ciudades

 

Quiero terminar esta pequeña crónica invitándote para que cuando visites Acámbaro, no olvides darte una vuelta por el jardín que está frente al Templo Expiatorio, encontrarás en él, un bronce que nos recuerda como se repartía el pan antiguamente por los panaderos que lo llevaban hasta la misma puerta de tu casa, así como, recordarte que nunca olvides que esta ¡maravillosa ciudad! siempre estará dándote la bienvenida con un ¡riquísimo pan de Acámbaro!

 

MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ

Acámbaro, Gto. 13 de julio de 2024

 

jueves, 4 de julio de 2024

ALTARCITOS

 

ALTARCITOS.

 

Hoy, se despertó guiada por un recuerdo de su infancia, y es que, ella no sólo fue educada en un colegio de religiosas franciscanas, sino que, se puede decir que buena parte de su vida infantil la pasó entre los patios, la capilla, y el refectorio, así como de las grandes y pobres recámaras que habitaban las internas, donde se apostaban a derecha e izquierda una serie de humildes catres. Así que ella compartía, lo que se dice, el pan y la sal con aquella comunidad de internas y religiosas seguidoras de San Francisco.

 

Pero lo que más recuerda de esa vida, son las actividades que se realizaban al interior de la capilla, dominada en el altar por una imagen de la Inmaculada Concepción. Estas actividades iban desde ofrecer flores, incienso, coronas y perfume durante todo el mes de mayo, hasta hacer la primera comunión, clausurar el ciclo escolar, pedir posadas caminando por los corredores, mientras se entonaba la letanía en un perfecto latín, hasta mirar tras la puerta a medio cerrar a las religiosas que rezaban el oficio después del rezo del rosario. Y, mientras tanto, las internas y ella, se retiraban a cenar los frijolitos que preparaban Lupe Paredes o Paz Rojas y que se compartían cada noche antes de ir a dormir. Era entonces cuando ella regresaba a su casa, que se podía decir estaba a unos cuantos pasos al mismo convento.

 

Así que la vida de la capilla de aquella comunidad, resultó para ella muy enriquecedora, al fin niña, tanto que, en casa trataba de imitar lo que veía en ella, así que cada vez que se celebraba una fiesta religiosa importante; la Santa Cruz, la Inmaculada Concepción, la virgen de Guadalupe, etc., ella ponía su altarcito e invitaba a sus papás y hermanos a cantar y rezar algunas oraciones para celebrar aquella festividad.

 

En su casa había una mesita que lo mismo se usaba para vender garbanzos o cacahuates cocidos en aquellas tardes lluviosas, que, para hacer el altarcito, el cual se adornaba con un blanco mantel, sus flores y alguna veladora, y desde luego, se colocaban sillas para cada uno de los asistentes al rezo, e incluso se llamaba a la oración con el glorioso sonido del cilindro de gas, que, al ser golpeado con el palo de la escoba, imitaba, casi a la perfección, a las mejores campanas de la región.

 

Hoy es 4 de julio, día en que se festeja a la reina de Acámbaro, me refiero a la Santísima Virgen Refugio de Pecadores, y ella, contagiada por aquel recuerdo que vino a su mente al despuntar el día, se levantó y se puso en acción de inmediato para poner su altarcito. 

 

También, para rememorar aquella herencia que recibiera de su padre, cuando cada año, fuera con su familia a la misa de la novena, que por aquellos años era a las cinco de la mañana y por la tarde al rezo, inculcando así esta devoción por la Virgen del Refugio que sigue vigente hasta la fecha y que este año la experimentó con el rosario de aurora a las 5.15 am desde las diferentes capillas de la ciudad, hasta la parroquia y la celebración eucarística a las 6 am.

 

Pero, sobre todo, celebrando a la Santísima Virgen Refugio de Pecadores con la instalación en el patio de su casa, de su altarcito.

 

MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ

Acámbaro, Gto.

4 de julio de 2024

 

 

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