sábado, 11 de marzo de 2023

RECORDANDO A SALVATIERRA

 

RECORDANDO A SALVATIERRA.

 

 

-       María, arregla a los niños, Dn. Arnulfo viene por nosotros a las once.

Era la voz de su padre, pidiéndole a su esposa que se preparara porque el taxi estaría por ellos en un corto tiempo.

 

A partir de ahí empezaba la locura, la alegría para unos y el malestar para otros. Para los niños  la ¡felicidad pura!, pues irían a pasear. Quién sabe a qué lugar se le ocurriría a su padre esta vez. Para su madre, en cambio, era momento de empezar a experimentar el malestar del mareo. No obstante los inconvenientes, su papá se mantenía firme en sacar a su familia a dar uno de los acostubrados paseos. Siempre en un taxi y a diferentes destinos: La presa de Solís, el arroyito del Moral, Celaya, Morelia, la presa de Santa Clara, etc.

 

-       A ver Dn Arnulfo, ahora llévenos a Salvatierra. 

 

Desde que subían al auto era empezar a disfrutar el paseo, el campo, los cultivos, las vaquitas y los caballos que se asomaban al pasar, y los pueblos que se apostaban a la orilla de la carretera.

 

Después de un recorrido de media hora,aproximadamente. Llegaban a Salvatierra.

 

-       Muy bien Dn. Arnulfo, déjenos, en el jardín y aquí mismo nos recoge a las cinco de la tarde.

 

Después de tomar un respiro en alguna banca del jardín y de saborear una de sus nieves favoritas, empezaba el recorrido por esta típica y que  alguna vez fuera la primera ciudad del estado de Guanajuato.

 

Martha recuerda con cariño, sus calles, en aquel entonces empedradas, el portal en el que se vendían todo tipo de antojitos mexicanos, desde buñuelos con atole, hasta pozole y corundas.

 

Era un compromiso visitar la iglesia principal de Nuestra Señora de la Luz, entrar, con mucha devoción, admirar los murales de Pedro Cruz y pedir un deseo.

 

Luego había que ir al mercado y dejarse sorprender por el bullicio del comercio: vendedores gritando sus productos y amas en busca de algún condimento  que les hiciera falta para la comida o tal vez disfrutando de una ¡deliciosa! Barbacoa, típica de Salvatierra. O quizá a la espera de encontrar unas ricas guayabas rosadas para hacer el atole que sólo las mujeres de Salvatierra sabían preparar.

 

Luego irían a comprar las  empanadas, imprescindibles para  su papá, aquellos panesitos redondos  con un atole cuajado encima a la manera de una gelatina suave ya fuesen de dulce o de chile  ¡deliciosas!

 

Martha disfrutaba  especialmente pasear por las calles principales admirando sus casonas de amplios patios rematados por hermosas arquerías.

Ah, y desde luego, las pipitorias, si, aquellos dulces hechos a base de semillas de calabaza y piloncillo, ¡riquísimas!.

 

Además de los recorridos turísticos que su padre les organizaba, Martha también recuerda con cariño, aquellas visitas que hacían con su mamá a la casa de la tía Chelo y el tío Jesús, progenitores de los primos: Licha, Maria Elena, Jesusillo y el padre Jaime, todos ellos habitaban una casona enorme, con altas bardas de tesontle rojo que lindaban al fondo con  el  convento de las religiosas Capuchinas. Martha recuerda que la estancia en esa casa era ¡increíble!, porque los tíos Jesús y Chelo no les ponían restricción alguna a las travesuras de los sobrinos que los visitaban, así que era una alegría visitar Salvatierra para el día 2 de febrero que se celebraba a la virgen de La Luz, patrona de la ciudad.

 

Martha también recuerda que Salvatierra ha tenido siempre una gran tradición taurina. Piensa que es uno de los pocos pueblos en el estado de Guanajuato que cuenta con una plaza de toros, pequeña, pero hermosa. Sí, ¡la Macarena! señores. En ella se siguen realizando corridas de toros y es habitual que los toreros desfilen por las calles antes de iniciar la corrida.

 

Otro ícono de Salvatierra era, y lo sigue siendo,  la emblemática fábrica “Carolina” con más de 175 años de antiguedad,  producía, y sigue produciendo  los más diversos textiles, Esta fábrica es de gran importancia económica para la ciudad, ya que constituía y sigue siendo una importante fuente   de empleo para los habitantes  de Salvatierra. 

 

Y era en  esta fábrica Carolina  donde trabajaba el tío Pancho. Si  Martha lo recuerda como una persona muy educada, con un gran carisma, que visitaba frecuentemente a su abuela Hilaria en Acámbaro. Ambos platicaban largas horas, el tío Pancho en su sillita junto a la máquina de coser de  Hilaria que no podía suspender su tarea porque al día siguiente vendría doña Lupe a recoger el vestido que le estaba confeccionando. Desde que llegaba, Martha acercaba una silla para escuchar las amenas charlas que contaba el tío Pancho.

 

-       Hilaria, ¿te acuerdas……

 

Otra de las ¡increíbles! Visitas que Martha recuerda  de Salvatierra era a la casa de la tía Lupe, que vivía pasando el maravilloso puente de Batanes, una verdadera joya del siglo XVII. Aquel  angosto y hermoso puente de piedra que cruza el río Lerma. Y que Martha y sus hermanos admiraban desde las copas de los árboles, a los que les gustaba trepar para cortar guayabas.

Un paseo digno también de mencionarse, piensa Martha, es el actual parque “El Sabinal”, un hermoso remanso del río Lerma, que en tiempos de cuaresma vale la pena visitar, pues el río fluye libremente por entre los enormes Sabinos que embellecen el lugar.

 

Ahora, después de muchos años, Martha ha sabido que Salvatierra ha sido denominado  “pueblo mágico”, cosa que la alegra mucho, porque considera que ello repercutirá en la preservación del patrimonio histórico y cultural de tan hermoso pueblo. 

 

Así pues, con estas sencillas palabras finaliza Martha  este pequeño recorrido por el que nos ha llevado a través de los vericuetos de su memoria, recordando a Salvatierra con cariño.

 

MARÍA MARTHA MORENO MARTÍNEZ

Acámbaro, Gto.

11 de marzo de 2023

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